En conversación con PUBLIMETRO COLOMBIA, Elda Mosquera, conocida como alias Karina, excomandante de las FARC, habló sobre las motivaciones de su libro, su vida en la guerrilla, su paso por la cárcel, los acuerdos de paz y su proceso de reintegración.
¿Por qué decidió escribir un libro?
Bueno, la decisión de escribir este libro es para contar mi mi verdad. Ya que vi la necesidad de escribir y que la gente conociera la verdad dicha por mí. Puede que cada persona tenga su verdad, pero es mi verdad, fue lo que yo viví en la organización. Ya que para algunos o para casi todos los medios, se decía sobre la base de lo que las fuerzas militares o muchas personas hicieran el comentario, pero no realmente sobre la vida mía.
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¿Qué es lo que quisiera aclarar de lo que se ha dicho sobre usted?
Son muchas cosas que han dicho los medios y digo yo que la gente conozca mi verdadera historia, que uno no se fue para la organización o para la guerra porque quería ir a hacer daño, sino por las circunstancias, porque en mi niñez me reclutó la Juco (Juventud Comunista Colombiana), desde la edad de 12 años, estuve ahí hasta la edad de 16 años que ingresé a las FARC y que en la juventud comunista, a esa edad de la adolescencia de 12 años, siempre nos inculcaron que la lucha armada era la forma de expresión más elevada de la lucha revolucionaria.
Yo me volví un mito para Colombia. Entonces, quise contar en mi libro realmente las acciones donde participé, cómo viví realmente en la guerra, cómo era el día a día del combatiente, cómo fue nuestro sufrimiento como combatientes, ya que hasta ahora a nivel de las FARC no se había escrito un libro realmente de la vida rutinaria del combatiente.
Alias Karina siempre ha estado en boca de muchos, ahora que tiene la posibilidad de contar su experiencia, ¿Cuál es el mensaje para los lectores?
Bueno, yo el único mensaje que quiero para la gente es que no tengan esa imagen del monstruo del que la gente habla. Sí se cuentan historias muy crudas en en el libro, pero son historias realmente del conflicto, de lo que pasó en la lucha armada en nuestro país colombiano y en la cual yo lamentablemente participé.
Al hacer ese recorrido de su vida, ¿se arrepiente de algo en particular?
De haber ido a la guerrilla.
Si pudiera devolver el tiempo, ¿lo borraría por completo?
No ingresaría, y de hecho, por eso estoy trabajando con jóvenes para la prevención del reclutamiento, para que ellos no cojan malos caminos, porque yo cuando tenía 12 años y cuando tenía 16 tomé malas decisiones, y las decisiones cuando son buenas, tienen buenas consecuencias, cuando son malas, tienen malas consecuencias.
¿Qué aprendió en su paso por la cárcel?
Bueno, yo creo que una de las cosas que más me alegra de haber estado en la cárcel es haber conocido de Dios. Para mí haber conocido de Dios creo que fue mi mayor fortuna, porque allí Dios era mi abogado, era mi psicólogo, era todo lo que yo leía en las Sagradas Escrituras, todos los mensajes, las canciones y todo, para mí era un aliciente para estar allá y sobre todo, porque en la cárcel pude reflexionar mucho sobre el daño causado a la sociedad.
¿Quién fue su mayor influencia cuando se cometían los actos de guerra dentro de la organización?
No eran tanto las influencias, sino que eran las directrices, porque en las FARC, todas las acciones, incluso lo que hay aquí reflejado en este libro era ordenado por la máxima jefatura de la organización. Entonces, digamos que eran las directrices a las cuales nosotros como combatientes rasos, como mandos medios y como mandos que tuvimos alguna responsabilidad alta, nos tocaba cumplir.
¿Cuántas personas llegó a tener bajo su mando?
Pues, yo llegué a tener un frente con 300 o 400 hombres entre guerrilleros internos y milicianos.
¿Qué fue lo más difícil para usted siendo mujer?
Fueron muchas cosas difíciles, pero creo que una de las cosas es tener la autoridad. Cuando las personas tenemos como esa autoridad, yo creo que podemos ejercer el poder más fácil, porque por ejemplo, una cosa es usted exigirle a la señora del servicio que barra bien cuando no sabe barrer. Así mismo ocurría en la organización, al exigirle al combatiente que fuera bueno para el combate.
¿Qué momento recuerda en el que realmente sintió miedo?
Muchos. No es cierto que yo como mujer o como esa mujer valiente que me catalogan no hubiera tenido miedo. Fueron muchos los miedos que enfrenté dentro de la organización, miedo a morirme, miedo a quedar lejos de mi familia, miedo incluso a perder a mi hija, a no volver a saber nada de ella. Entonces fueron muchos los miedos que me tocó vivir.
¿Qué significó para usted la firma del Acuerdo de paz?
Un aliciente. En alguna entrevista cuando se firmó el proceso de paz alguien me dijo ‘o sea que para Colombia ya no va a haber guerra y va a haber paz’. No. Yo lo dije y lo manifesté, el hecho de las FARC desmovilizarse no es que en Colombia no vuelva a haber confrontación y haya una verdadera paz. En Colombia lo que se necesita es preparar al pueblo colombiano para el tema de la reconciliación. Pero sentí con los acuerdos de paz y con la dejación de las armas de todos mis excompañeros, que mi decisión, la que había tomado en el pasado 8 años atrás, había sido acertada.
¿Cómo ha sido su reintegración a la sociedad?
Ha sido un poco difícil, sobre todo porque no ha sido de mucha aceptación de la sociedad. Además, porque no ha habido apoyo por parte del gobierno, entonces para estar reintegrada a la sociedad ha tocado duro, pero sin embargo, con el apoyo de la familia, el apoyo de algunas personas, es que uno sigue adelante. Siempre pensando que uno de los requisitos es la no repetición, y sé que eso no está nunca en mi cabeza, de volver al pasado o de repetir la experiencia y la situación que viví, porque sé que es difícil enfrentar esa condición de que el gobierno lo apoye o que la sociedad lo desprecie, pero Dios me ha dado esa fuerza para seguir adelante.
¿Se refiere al gobierno anterior o al actual?
Yo pienso que todos, porque no ha habido lo suficiente, para que todas estas personas que dejan las armas puedan vivir, digamos, una vida normal sin pensar otra vez en delinquir. Creo que a los procesos de paz y a las desmovilizaciones individuales le ha faltado algo que realmente le pueda servir al combatiente para no volver a delinquir.
Dentro del proceso que estamos viviendo hoy en el país, con el recrudecimiento de la guerra con el ELN, ¿usted cree que su experiencia y lo que usted sabe puede aportarle al país para llegar a una futura negociación?
Bueno, yo pienso que a veces somos muy radicales de parte y parte. En este caso, tanto de parte del gobierno como de los grupos al margen de la ley. No estoy hablando solamente del ELN. Creo que cuando se hace una conversación seria y responsable se puede llegar a felices términos. Además, porque cuando yo estaba en la organización de las FARC, que tuve la oportunidad de hablar de muchas veces con algunos dirigentes del ELN, siempre me hablaron de esa política de ellos y es vincular a la sociedad civil dentro de cualquier proceso que ellos puedan tener y eso es lo que creo que hasta ahorita no se ha podido dar.
¿Cuál es su mensaje final?
Bueno, yo le pido a todos los ciudadanos de Colombia y de fuera de Colombia que conozcan la verdadera historia de de alias Karina y la encuentran aquí en este libro de Volver a ser Elda.
