
El Premio Nobel de Literatura 2025 fue concedido este jueves al escritor húngaro Laszlo Krasznahorkai, de 71 años, por una obra descrita por el jurado como “fascinante y visionaria, que en medio de un terror apocalíptico reafirma el poder del arte”. Considerado una de las voces más profundas y desafiantes de la literatura europea contemporánea, Krasznahorkai se une a la lista de autores que han explorado la condición humana desde la desesperanza y la belleza del lenguaje.
En una entrevista concedida en febrero en Estocolmo, durante la presentación de su novela Herscht 07769, el escritor confesó con ironía: “Sería muy interesante recibir este premio, pero me sorprendería mucho si lo ganara”. Su predicción se cumplió parcialmente, aunque la sorpresa ahora la comparte el mundo literario.
Laszlo Krasznahorkai gana el Premio Nobel de Literatura 2025 por su visión apocalíptica y poética del mundo
Laszlo Krasznahorkai nació el 5 de enero de 1954 en Gyula, una pequeña ciudad al sur de Hungría, cerca de la frontera con Rumanía, en plena dictadura comunista. La vida bajo un régimen autoritario, donde la ideología contrastaba con la gris realidad, marcaría profundamente su obra. Gyula, su ciudad natal, aparece en varias de sus novelas, como Tango satánico, La melancolía de la resistencia y Guerra y Guerra, obras que capturan la desolación y el absurdo de la existencia humana.
Krasznahorkai estudió Derecho en las universidades de Szeged y Budapest entre 1973 y 1978, pero abandonó los estudios al descubrir que su verdadera vocación era la literatura. Durante un tiempo trabajó en oficios diversos —minero, vigilante de seguridad y administrativo— mientras desarrollaba su pasión por la escritura. En 1977 inició estudios de Andragogía (enseñanza de adultos) y Filología Húngara en la Universidad de Budapest, donde comenzó a publicar en revistas como Mozgó Világ (Mundo en Movimiento).
El nacimiento de un estilo
Su primera novela, Tango satánico (1985), lo posicionó como un autor singular en la literatura húngara. Con una prosa hipnótica y exigente, caracterizada por frases larguísimas y subordinadas, Krasznahorkai desafía la estructura tradicional de la narrativa. Según él, las frases cortas son “artificiales, porque la mente humana es un torrente ininterrumpido de palabras”.
Su estilo, de intensidad poética y tono melancólico, ha sido descrito como un viaje mental en el que el lector debe rendirse ante el flujo de pensamientos, emociones y visiones apocalípticas. Este enfoque lo convirtió en un autor de culto para lectores que buscan una experiencia literaria profunda y desafiante.
Reconocimiento internacional y viajes
A finales de los años ochenta, el escritor logró salir de Hungría y comenzó una vida nómada que lo llevó por Alemania, Francia, España, Italia, Grecia, Países Bajos, Reino Unido, Estados Unidos, China y Japón, países en los que vivió y escribió durante quince años. Fue en este periodo cuando publicó algunas de sus obras más reconocidas: La melancolía de la resistencia (1989) y Guerra y Guerra (1999), ambas aclamadas por la crítica internacional y traducidas a más de diez idiomas.
También durante esos años inició una estrecha colaboración con el cineasta Béla Tarr, quien llevó al cine sus novelas Tango satánico y Armonías de Werckmeister. En ambas adaptaciones, Krasznahorkai escribió el guion, trasladando su universo literario de desesperanza y absurdo al lenguaje cinematográfico.
El apocalipsis con humor y filosofía
Aunque sus textos suelen abordar temas apocalípticos y distópicos, el autor introduce un humor sutil y un sentido filosófico que evitan el pesimismo absoluto. Su obra está profundamente influenciada por la cultura asiática, especialmente la japonesa, y combina la contemplación espiritual con una crítica feroz a la decadencia de Occidente.
En 2015, al recibir el Premio Internacional Man Booker, el jurado lo describió como un autor capaz de representar “la realidad contemporánea con imágenes bellas, aterradoras y cómicas a la vez”. Años más tarde, en 2024, al recibir el Premio Formentor de las Letras, declaró que escribía “para sí mismo y para la pequeña lista de gente que aún lee”.
La escritora estadounidense Susan Sontag fue una de las primeras figuras internacionales en elogiarlo, calificándolo como “el maestro húngaro del apocalipsis que evoca a Gogol y Melville”. Su influencia ha crecido con el tiempo, hasta convertirlo en una referencia esencial de la literatura europea contemporánea.
El legado de un visionario
Los críticos han interpretado su visión apocalíptica como un reflejo de la pérdida de valores bajo el régimen comunista y, más tarde, de la decadencia de la civilización occidental. Su narrativa mezcla la desesperanza con un profundo humanismo, revelando la fragilidad moral y espiritual del ser humano.
En español, su obra está disponible en títulos como Melancolía de la resistencia (2001), Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río (2005), Guerra y Guerra (2009), Ha llegado Isaías (2009), Y Seiobo descendió a la Tierra (2015), Tango satánico (2017), Relaciones misericordiosas (2023) y El barón Wenckheim vuelve a casa (2024).
Con la concesión del Premio Nobel de Literatura, Laszlo Krasznahorkai reafirma su lugar como una de las figuras más influyentes de la narrativa contemporánea, un autor que explora el caos, la fe y la desesperación desde la belleza del lenguaje. Su triunfo representa no solo un reconocimiento a su trayectoria, sino también una celebración del poder transformador del arte y la palabra escrita.