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¿Quiénes son los radicales detrás del ataque a la Embajada de EE. UU. y cómo operan en Bogotá? – Encanto Radio

El violento ataque del 17 de octubre a la Embajada de Estados Unidos en Bogotá encendió las alarmas de las autoridades por la reaparición de grupos radicales y células clandestinas con vínculos con organizaciones armadas. El Frente Urbano del ELN es, según fuentes de inteligencia, el principal sospechoso de haber articulado el ataque en el que encapuchados lanzaron piedras, machetes, bengalas y flechas contra la Policía, dejando cuatro uniformados heridos.

El presidente Gustavo Petro reaccionó a los hechos con un llamado a la prudencia:

“Ordené el máximo cuidado con la Embajada de EE. UU. en Bogotá. Mal que después de llegar a un acuerdo con el ‘Congreso de los Pueblos’ para levantar los bloqueos, un grupo más radical ha agredido a la Policía que cuida la Embajada, con varios jóvenes heridos con flechas”.

El alcalde Carlos Fernando Galán presentó una denuncia por terrorismo, concierto para delinquir y violencia contra servidor público, lo que ha activado una compleja investigación sobre los grupos que estarían detrás de la asonada.


El rastro del Frente Urbano del ELN

De acuerdo con la Policía Nacional y las Fuerzas Militares, el ataque estaría vinculado al Frente de Guerra Urbano Nacional (FGUN) del ELN, cuya misión consiste en organizar milicias urbanas para ejecutar actos de sabotaje y adoctrinamiento.Su jefe, Édgar Restrepo Benjumea, alias “Mono Clinton”, dirige las operaciones desde prisión, donde cumple una condena de 40 años por secuestro y terrorismo. En las calles, su mano derecha sería José Benigno Guzmán, alias “el Rolo”, quien coordinaría acciones en Bogotá y otras ciudades.

Los investigadores sostienen que el ataque a la Embajada pudo ser una retaliación por operaciones militares de EE. UU. en el Caribe, que destruyeron embarcaciones del narcotráfico vinculadas al ELN.

Células extremistas aliadas

Las autoridades también señalan nexos del FGUN con el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), responsable del atentado al Centro Comercial Andino en 2017. En este grupo figura Violeta Arango Ramírez, exmilitante del ELN y procesada por ese ataque, quien obtuvo libertad condicional y estatus de gestora de paz.

Además, persisten remanentes de la Red Urbana Antonio Nariño (RUAN), antigua estructura de las FARC, cuyos miembros se habrían dividido entre la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central (EMC).

Los grupos radicales en universidades

Informes de inteligencia identifican siete organizaciones clandestinas que operan en universidades públicas de la capital, utilizadas como centros de reclutamiento y adoctrinamiento:

  • Movimiento Jaime Bateman Cayón, con raíces ideológicas del M-19.
  • Brigada Rebelde Andrés Almarales, con presencia en la Universidad Nacional.
  • A-K Alkombate, surgido en la Pedagógica, entrenado en el manejo de explosivos artesanales.
  • Movimiento Revolucionario 21 de Noviembre (MR-21N) y Movimiento 25 de Noviembre (M25N), vinculados a protestas estudiantiles y feministas radicales.
  • Coordinadora Clandestina Simón Bolívar, asociada a disidencias del frente 10° de las FARC.
  • Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia (MBNC), considerado el más peligroso por su conexión directa con el Estado Mayor Central y su objetivo de unificar a las demás facciones.

Un entramado de tres niveles

Las autoridades describen una estructura piramidal:

  1. Cúpula armada: frentes del ELN y disidencias de las FARC.
  2. Nivel medio: grupos juveniles radicales y milicias urbanas.
  3. Base social: infiltrados en movimientos estudiantiles y protestas.

Un agente de inteligencia resumió la dificultad del reto:

“La información en esos tres niveles es compartimentada; no todos saben los mismos planes ni conocen a los demás integrantes, lo que dificulta judicializarlos”.

Aunque el Gobierno insiste en no estigmatizar la protesta social, las autoridades coinciden en que Bogotá enfrenta un riesgo latente de infiltración violenta por parte de estructuras que buscan desestabilizar el orden público y mantener viva la guerra urbana en el corazón del país.

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